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El cortometraje “Palito bombón helado” tendrá su estreno simultáneo el 18 de noviembre en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y en la plataforma Cine.Ar. Protagonizado por Cristina Maresca, Juan Francisco Reynaldi y Anthony Martinovic, “está dedicado al vínculo entre abueles y nietes”, según comenta a ShowMardel la directora Lucía Paz.

Adolfito (Juan Francisco Reynaldi) y su abuela Isadora (Cristina Maresca) se reencuentran en una plaza luego de un tiempo sin verse. La distancia de un banco al otro se verá rápidamente acortada cuando sus artimañas se ponen en movimiento para herirse hasta llegar a los puntos más débiles de cada uno. Un cortometraje grotesco, tierno, y con humor negro.

Esta es la historia que plantea “Palito bombón helado”, un proyecto que fue seleccionado por el INCAA, por el comité de Historias Breves y se gestó hace unos cuatro años.

“Palito Bombón Helado se trata de un juego, uno más de los tantos que abueles y nietes han jugado. Con nuestros abueles no hay tapujos, hay un desparpajo honesto y divertido que hace único al vínculo. Y también hay abueles jodidos, ¿cuántas veces hemos escuchado o dicho “mi abuela buena”, y “mi abuela, la mala”? Este cortometraje busca entrar en complicidad y reivindicar esta batalla lúdica y de aprendizaje vital que se da entre abueles y nietes.”, describe Lucía Paz.

“Que ahora pueda llegar a la pantalla de les espectadores nos pone muy contentes a todes”, relata la realizadora cinematográfica egresada de la ENERC (INCAA), que también dirigió los cortometrajes de ficción Una receta familiar, Hic Locus, Un gran fumador; y los documentales Lo que dice mi cuerpo, y Vejeces.

-Es una historia que habla de la conexión y cuando vos lo gestaste fue antes de la pandemia, y esos encuentros quizás no se valoraban tanto como luego durante el tiempo que no se pudieron realizar…

Entre 2018 y 2019 estuvimos buscando plazas para realizar el cortometraje, porque básicamente la historia transcurre en un parque, en un banco, y dos personajes que se encuentran después de mucho tiempo de no verse. Y entonces hubo ahí toda una exploración en el espacio plaza.  Fue a fines de 2019, previo a la pandemia, y había poco movimiento, con jóvenes sentados o caminando, pero viendo la pantalla del celular. Entonces, la búsqueda con este corto era el encuentro, cuerpo a cuerpo, el mirarse a los ojos, el dialogar y estar al aire libre.

Lo filmamos en octubre de 2019, y con todo lo que paso el año pasado, con el aislamiento, que los espacios verdes volvieron a ser habitados, fue una gran sorpresa. Porque en un punto, aquello que nosotros buscábamos era eso, el encuentro en el entorno natural.

-Además retrataron a una abuela muy picara e irónica que sorprende…

 Eso es un gran mérito del guionista, Santiago Larre. Cuando lo leí al guion me reí, me emocioné, y ese espíritu estuvo a lo largo de todo el proceso. Y además de los diálogos y la picardía, fue contar este vínculo con una complejidad que está debajo de los textos. Cómo en la vida cotidiana, con nuestros propios familiares muchas veces se dan situaciones de manipulación quizás no consciente. Pero que querés que el otro haga determinada cosa o influir en el pensamiento del otro, y sin darte cuenta, con una broma, estas modificando el pensar del otro.

Esta abuela es muy particular y el trabajo de Cristina Maresca es fabuloso.

-¿Cómo lograste la complicidad y fluidez de los personajes que se ve en el cortometraje?

-La construcción de ese vínculo fue un trabajo de mucho ensayo. Se postergó muchas veces la fecha de rodaje, así que fueron casi siete meses de ensayo y  mucho tiempo de elaboración. Hicimos juegos y trabajamos desde lo gestual entre ambos para construir ese parentesco, esos años de vínculo.

El trabajo de cámara y de luz de Emiliano Charna fue un desafío, al ser tantas páginas de dialogo, generar un ritmo, un duelo verbal con imágenes. Fueron muchos meses de pensar y probar planos y darle movimiento a ese diálogo con los personajes estativos.