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La película documental “Guerrero de Norte y Sur”, que se estrenará en el cine Gaumont de Buenos Aires el próximo jueves 28 de febrero, retrata la pasión, los sentimientos y anhelos del bailarín de malambo pampeano Facundo Arteaga.

Durante todo el año y en distintos rincones del país se desarrollan populares festivales, concursos y encuentros folclóricos, que movilizan gran cantidad de público local y zonal.

Uno de ellos es el Festival Nacional de Malambo, competencia que se realiza en Laborde (Còrdoba) que fuera el disparador de este documental realizado por Mauricio Halek y Germán Touza.

Pero en realidad, lo que refleja esta película, con cuidadas imágenes, destacada fotografía (de Emanuel Cammarata)  y música (original de Lucio Mantel y Manuel Schaller), es la pasión. Una pasión por esta danza folclórica tradicional argentina que –precisamente- nació hace más de 4 siglos en La Pampa. Y de esa provincia es  Facundo Arteaga, el protagonista de este relato que delata con sus intensas miradas sus sentimientos y anhelos. Son destacables, y perfectamente captados por la cámara, aquellos momentos de ensayo, concentración y atención, la manera en que sus ojos se fijan en un punto, como de alguna manera trasladándose a otro plano, a un lugar en donde se unen sus movimientos con el ritmo y los deseos de transmitir.

Arteaga es un bailarín de malambo que ya pasó la barrera de los 35 años. Su vida se divide entre el cuidado de sus hijos y el trabajo en el campo. A pesar de sus lesiones y falta de tiempo, Facundo intentará por última vez consagrarse en el Festival Nacional de Malambo; donde irónicamente, quien sale campeón no puede volver a competir nunca más.

Ya sea en un ensayo, en una clase con sus alumnos, en su casa o en un escenario ante el público, mantiene su postura. Eso que se denomina “presencia escénica” que logran los grandes artistas. Transmitir esa sensación de “aquí estoy yo, este es mi lugar”, y provocar en el espectador una atención casi hipnótica.

Con respecto a la elección de la temática para el documental, el realizador Germán Touza comentó a ShowMardel que “les pareció un mundo muy atractivo para ir con la cámara y filmar”. “Entonces empezamos a investigar sobre el festival, leímos algunos libros y nos pusimos en contacto con personas que conocían ese mundo. Cuando nos enteramos que entre los bailarines de malambo había una promesa tácita de que quien se convierte en campeón luego no zapatea más en su vida, nos pareció tan atractivo que nos decidimos a escribir un guión ”, agregó.

Y luego, llegaría la elección del protagonista. “Sabíamos que lo queríamos encarar desde el punto de vista de un malambista que tuviera la aspiración de ser campeón nacional y que además tuviera reales chances de conseguirlo”, explicó.

 Así fue que, a través de una bailarina que conocían, conectaron con, quien es profesor de la UNA de Folclore. Tuvieron varias reuniones con él,  hablando un poco de la idea, y preguntándole todo lo que ignoraban, y escuchándolo sobre cómo era que el malambo se articulaba con su vida personal.

Les pareció la persona ideal,  que tenía muchas chances de hacer una buena competencia en el Festival, y ya había sido subcampeón en una edición anterior.

Cuando llegó el momento de filmar, hicieron todo el seguimiento del festival, los ensayos, las acreditaciones, la llegada de la familia, y también todo el contexto, el pueblo, los otros participantes. “El festival es increíble, es realmente un lugar donde durante una semana se respira exclusivamente esa danza, la gente zapatea por la calle, ves los trajes de malambo por todos lados, así que nos interesaba también retratar la transformación de ese pueblo en el pueblo del Festival”, relató.

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